La magnitud imaginativa de Adolfo Flores, es sorprendente. Tanto en los relatos breves como en los brevísimos, se encarga de ponernos frente a situaciones, personajes e intrigas que surgen sin duda de una invención audaz. Y lo fantástico es un ingrediente que le sirve no solo como sustento argumentativo, sino, además, como instrumento técnico para obtener el quiebre inesperado que requiere todo bien relato de corta envergadura.
Microficciones, en esta su nueva edición, mantiene aquel vuelo creativo del cual aterrizamos con el asombro que nos confiere toda buena pieza literaria. Mundos imaginados, extrañas divinidades, destinos inciertos, sueños reveladores, muertos vivientes, son algunos de los elementos de este sorprendente volumen narrativo que no deja de maravillarnos en su logro de la emoción estética.
📚TEXTO 1. IMPRECISIONES DEL SUEÑO
El hombre soñó ser un dragón, soberano y aventurero, capaz de acariciar las nubes.
Siempre era el mismo sueño, un símbolo de belleza en su vida, una experiencia que las palabras no lograban describir. Pero había una situación desagradable en esa belleza que lo aturdía: retornar a la realidad, pues el sueño lo expulsaba bruscamente como si no lo deseara ahí por mucho tiempo. El dragón se estrellaba contra el suelo. Siempre trató de tomar el control, pero lamentablemente no dependía de él.
Sus ansias de tomar el control, lo llevaron a despojarse de sus visitas oníricas. Tres noches le bastaron para llegar a las cuevas donde se refugiaba la bruja de la isla. Solo ella podía ayudarlo a tomar el control, a dar fin al sufrimiento onírico y así rescatar su cuerpo de dragón. Sin pedirle nada a cambio, la mujer marchita accedió a su ruego, pues era su último día en el mundo terrenal de la isla. Al parecer, la solución era sencilla para la bruja, pues miró el bosque y le dijo: «Sueña con ese dragón una vez más y al morir te convertirás en ello». Al instante, la mujer se volvió una mariposa negra. Ante sus ojos, volaba la prueba fehaciente de la materialización de cuerpos oníricos.
Desesperado, ocupó la casa de la bruja y cubrió todo espacio que dejara filtrar el sol. Se acostó con delicadeza como si tuviera miedo de arruinar el consejo de la bruja. Intentó volver a soñar con el dragón, pero los sueños no daban en el blanco o quizá el dragón de su interior no deseaba salir.
Cansado de intentar su objetivo, latidos antes de su muerte, volvió a soñar con el dragón.
Era una lástima, sin embargo. La criatura había muerto por la ausencia del hombre, extraviado de camino al sueño.
📚TEXTO 2. VIGENCIA DEL FUEGO
Los exploradores tropezaron con la aldea roja, propiedad de los dioses, donde residía el corazón de un dios desconocido en forma de fuego.
No hubo problema para extraer la flama de la tumba de piedra. Solo se sobresaltaron al presenciar la caída de algunos de ellos sobre el fuego, pues sus ropas y su piel no se quemaban, solo se levantaron para que los demás comprobaran la mansa calidez que irradiaba aquel elemento mágico. Intentaron, de inmediato, replicarlo con otras antorchas, pero resultaron vanos los intentos.
Tampoco hubo maldición, trampa o muerte –una facilidad muy extraña para ellos, acostumbrados a los riesgos –que arruinara su traslado a la capital.
Sin mirar atrás, salieron de la aldea roja y llegaron a una ciudad cercana. Una vez ahí, demostraron la cualidad mágica de aquel fuego y quisieron compararla con el fuego ordinario. De esto último, los expectantes miraron a los exploradores con lástima, porque ellos ya conocían ese fuego y al parecer los exploradores no se habían percatado de la realidad. Los exploradores no pudieron encender el fuego por cuenta propia, como si el fuego ordinario hubiera desaparecido de su mundo. Sospecharon que el fuego que habían descubierto tenía toda la culpa.
-Regresen a la tumba donde encontraron el fuego –dijo uno de los expectantes.
Los exploradores renegaron del fuego descubierto. Lo llenaron de vituperios. Creyeron que si, aquel fuego intimidaba al ordinario, debía de tratarse de un fuego maldito, por lo tanto, debía devolverse al lugar donde pertenecía.
Cuando los exploradores llegaron a la tumba de piedra, se percataron de que la tumba no estaba vacía. Varios cadáveres, sus propios cadáveres, incinerados la habitaban desde hacía tiempo.
Solo así comprendieron lo que los expectantes ya habían comprendido: ellos nunca habían trasladado al fuego, sino que el fuego los había trasladado a ellos.
📚TEXTO 3: VENGANZA SIN ALAS
La herida en el ala alejaba al pájaro de su hogar.
Trató de esconderse inútilmente. Un tronco seco, un agujero en la tierra o las ramas en el suelo le negaban la protección.
Al mirarse el ala y cerciorarse de la sangre, el dolor aumentaba. Una voz parecía decirle que se aproximaba la muerte. Se trataba del responsable de la agonía del pájaro, Christopher, un niño cazador.
-¡Lo he encontrado! -bramó –. ¡Ven pronto!
Christopher vio al mago, le pidió que curara al pájaro, pues quería ser el observador de un hecho mágico. El mago se acercó de inmediato al ave. Al comprobar lo que Cristopher había hecho, se le ocurrió el castigo perfecto. El mago convirtió al niño en pájaro y realizó el proceso mágico a la inversa con la criatura herida, es decir, convirtió al pájaro en niño. «Ahora sabrás lo que se siente», dijo el mago.
Como si Cristopher intentara escapar, sus alas de pájaro se agitaban, asustadas, entre los árboles, mientras el mago le entregaba al nuevo niño una piedra que ya conocía.
Un joven, a punto de morir, llegó a una casa en el bosque.
Parte del camino lo había hecho tambaleándose de un lado a otro, y los últimos momentos, arrastrándose. Se desangraba raudamente sin darle opciones a la vida. Tocó la puerta con la escasa fuerza que le quedaba.
Logró que una vieja mujer vestida de negro saliera. «¡Quién llama a mi puerta!», exclamó. Al reconocerla, el joven logró sonreír con osadía, pues acababa de ganarle una carrera a la muerte.